viernes, 6 de julio de 2007

MINUTOS EN LA MADRUGADA

Las horas no pasan. El maldito reloj parece estancado. ¿Acaso soy yo que no quiere que llegue la mañana? Debería aprender que tus disculpas son efímeras. Un discurso armado, bajo las perfectas reglas de la retórica. Persuadir, convencer. Tic-tac. Persuadir, convencer. Tic-tac.
Al fin y al cabo, soy yo la culpable. Y pensar que alguna vez creí en tu arco iris monocromático, en tus dotes de actor, en tu mirada de estrella en decadencia, en el movimiento armónico de tus abrazos y en tus palabras saladas, dulces y sinsabor. ¿Por qué pierdo el sueño pensando en esto?
Tic-tac, tic-tac. Te veo dormir y entiendo tu confusión. ¿Son tus ronquidos parte de tu personalidad? ¿Te permiten soñar? ¿Por ellos tu racionalidad, cuadrada, predecible? Tus ronquidos… sonidos ensordecedores, graves, que callan y vuelven a sonar en una perfecta ecuación. Me asfixian tus ruidos, mucho más que el reloj. Quisiera ser capaz de comprenderlos, pero son ilegibles. ¿Tienen algún significado? ¿Existe alguien en el mundo que los entienda?
Quiero dormir, maldito tic-tac. El sonámbulo entiende de cosas que el mediocre no imagina. Es increíble que la mente humana pueda alcanzar niveles tan insólitos de boludez. Como yo, esta noche: discuto con tus ronquidos. Me enojo con tu tranquilidad al dormir. Me indigna tu baba sobre la almohada. Me encolera pensar que no soñás conmigo. Y el reloj me persigue. No caben dudas: se divierte con mi desesperación. Reivindica tu inocencia al dormir a través de su tic-tac. Una vez más, soy yo la histérica de la historia. El reloj me intimida, no voy a despertarte para hacer el amor. Tic-tac, ronquidos de cerdo.
Me abrazo a tu espalda con odio, lo juro. Te huelo. Te siento. Recorro con mis dedos tus gotas de sudor. Si pudiera rebelarme contra tus cadenas y mostrarte que mis alas tienen ganas de volar. No puedo evitar sentir ese cosquilleo insoportable del amor. Qué idiota, el reloj y yo. Aunque nos enfrentemos, te vas a ir. Y vas a volver. No es necesario consultar a una tarotista para saberlo. Lo puedo ver con claridad: vas a volver, te voy a perdonar. Qué predecible, que aburrida me volví a tu lado. Quizás todavía no aprendí la lección. Necesito que vuelvas a refregarme en la cara tus disculpas rutinarias, para volver a sentirme miserable e invitarte una vez más a mi guarida donde alguna vez soñé que podía hacerte entrar. Te vas a ir, te voy a perdonar. Tomar la decisión no es tan difícil como respetarla.
Te vas a ir, te voy a perdonar. Me vas a dibujar un cielo que voy a comprar, lleno de estrellas. Y volar sobre ellas. Cursilerías. Tic-tac, tic-tac. Debería dormir y dejar de pensar estupideces. Si pensara de nuevo, o dejara de pensar, me daría cuenta de que soy más que un pedazo de tu cielo. El no dormir crea en mí conflictos que creía enterrados, derrotados. Noctámbula, vagabunda de la imaginación. ¿Para qué dormir si hasta en los sueños me invadís?
Malditas agujas, maldito reloj, vas a despertar. Con que claridad veo todo y sin embargo, soy incapaz, inerme, incompetente, necia... cuántos adjetivos me caben esta noche.
Cuando despiertes, voy a sentir tu bálsamo de macho encelado en mi piel y otra vez voy a pensar que valió la pena. Serán dos segundos, tres, quizás, de letargo de enamorada, hasta que los golpes violentos de sístole y diástole me devuelvan a la realidad de saber que te fuiste.
Mejor me callo, mejor me callo. Siempre me callo. Decido que te vayas. No te vayas, decido que te quedes. ¿Qué importancia tiene mi decisión en esta historia? Mejor me callo. Idiota por creer que esa es la manera de atraparte. Idiota por haberte invitado a mi mundo. Idiota por querer invitarte mil noches más.
Minutos que pasan, se van, vuelan. Las agujas del reloj se clavan en mi piel profundo, punzante. ¿Cuántos segundos forman una hora? ¿Cuántas palabras debo decirte para que me escuches? Maldigo ser sonámbula a tu lado. Maldigo el odio al reloj. Culpable o inocente, lo odio.
Te movés, abrís tus ojos negros. Me sonreís. ¿Querés un café antes de irte?


(Imagen: "La persistencia de la memoria" Salvador Dalí)

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