domingo, 25 de mayo de 2008

SI HUBIERA

un lugar más acolchonado que tu pecho a latidos revoltosos
un tiempo más acertado que este instante colosal
una mirada más verosímil que tus ojos hinchados al amanecer
un argumento más acertado que el amarte
una magia más hechicera que tus caricias a las 8 am

Si hubiera Edén, aquí nadie lloraría.

LA VENTANA CÓMPLICE

Fue el momento de alegar perezas, el tiempo de los silencios que dicen por demás.
Quise ser menos de lo que siempre he sido, pero no hay cura para la cortesía.
Miré por la ventana buscando un testigo en la oscuridad de la noche.
Afuera la nada aquietaba.
Pude sentir la violenta indiferencia, el impacto de escuchar mediocres sies, altaneros noes.
La calma amenazaba con apaciguar mi descontrol.
Busqué un cómplice a través de la ventana, alguien que sí quiera sentirme.
Derrumbé mis hipótesis, pensé nuevos argumentos, miré el suelo, no huebiese querido estar aquí.
Fue el momento de pedirte tregua, de declarar la guerra, de la diplomacia, la lucha, la paz.
La nada.
Escapo por la ventana, me siento en un banco de plaza, enciendo un piti echando de menos a la carne que se quedó refutando obviedades, alabando silencios.