martes, 23 de octubre de 2007

SORDIDEZ

Puede que sea verdad y esta sea la última caricia, que de caricia poco tiene, pero conozco tus formas y tus cicatrices. Hostia, que poco tiempo me dio el pasado.
Quisiera romper con tu maniqueísmo, demostrarte sólo un momento que tal vez, que quizás, que puede ser. Entre tus noes y mis sies no sé por cuál decidirme. Certezas abundan y dudas sobran, sólo te pedí una mano, fuiste violento al extender tu brazo.
Afuera alguien grita, y a mí qué me importa. Creo que hace días que me buscan. Y a mí qué me importa. No es obsesión, que lo explique mi pecho y ese de afuera qué está esperando.
Sí, soy egoísta, quiero que seas un poco mío y no sólo de ellos, de tus fantasmas y esa geisha muerte que alguna vez te conquistó. Sí, sos egoísta, dejame entrar en tus tinieblas. Qué molesto puede ser que te digan que te quieren.
Está muy oscuro, aquí. No me enseñaste cómo volver y tengo miedo o quizás sea que no quiero irme. Soy más débil que tu retórica y un poco más orgullosa que tus pantalones. Puta esperanza que no me abandona, sería más fácil si fuese pesimista. O si me hubiese acostumbrado a tus noes violentos, que de violentos nada les quedan, pero viva la libre interpretación.
Ahora te extraño, igual que hace un rato, y sin embargo es otra la sensación. Será que la esperanza se decide y me abandona, no sé si es bueno o malo, otra vez maniqueísmo en mi interior.
No puedo pensar en perderte... como si alguna vez te hubiese tenido.
Me encuentro diciendo palabras detestables. Esta locura me ha vuelto loca: tenerte como pertenecia, perderte como pertenencia, quererte como pertenencia; pero ¿en qué estoy pensando?
Imagen: "Madonna" Eduard Munch

No hay comentarios:

Publicar un comentario