jueves, 24 de enero de 2008

LA ESQUINA

Hay una esquina, en una ciudad,
una esquina, que no es cualquier esquina,
porque esquinas hay en toda ciudad.
Hay una esquina que cruzo a toda hora,
cualquier día, independientemente del estado anímico del clima,
o de mis energías.
La esquina sigue allí, tan pintada ella, esperando/me,
con la ilusión de que siempre volveré a pasar.
Trato de no desilusionarla, pobre esquina, no tiene la culpa.
A veces le sonrío, o intento una mueca similar.
Me calzo, intento desenredar el enjambre que tengo por cabello,
un abrigo y de nuevo el círculo:
Hola, esquina. Hola, Belén. Voy y vuelvo, no me tardo. Aquí te espero.
Pasan los lunes, abundan los miércoles,
y la esquina, que no es cualquier esquina,
sigue en la esquina esperándome.
Hostia, que insistente.
Joder, que fuerza de voluntad.
Si supiera que sólo deseo quedarme en casa a desayunar.

viernes, 18 de enero de 2008

MUTANTES

Pues ahora todo ha dejado de ser lo que será.
Una tecla mal escogida, un suspiro en el sitio equivocado,
o no, que vendría a ser lo mismo.

Las noches me buscan para lo de siempre,
me pregunto hasta cuándo la angustia vendrá a por mí.
Tú has dejado de medir más de uno ochenta.
Verás, no me apasiona la paz.
Puede que ya no tenga que decir, puede que sea verdad.
Tú estás más flaco, yo más tímida.
Verás, soy más piel que hipotálamo.

Los días corren en el calendario,
me pregunto adónde querrán llegar.
Me asusta el momento de mirarte, escucharte.
Tú estás más guapo, yo más infantil.
Verás, soy más insegura que trapecista.
Ahora amanece más temprano,
por momentos dejo de sentir a mi cama como un desierto.
Verás, tengo etapas de seriedad.

Tú dices más vocales, yo todavía intento callar.
Verás, tengo más dudas que pantalones.
Tú has mutado, yo sigo aquí,
o no, que vendría a ser lo mismo.





jueves, 17 de enero de 2008

COMPAÑIA DE FELPA

Compañia de felpa, suave, deseable.
La noche que duerme a salvo: ha terminado su jornada.
Ácaros que vuelan en los rayos de Sol que logran colarse por las hendijas de la ventana.
Yo también estoy a salvo,
aunque sienta la pesadumbre de mis párpados vencidos,
hay calma, la calma de tu compañía de felpa.
Aquí, así, protegida por tu respiración en mi nuca,
siendo protectora de los hilos de tu angustia,
sin la presión de un sexo inflamado,
ni de una conquista por conquistar,
hoy podré dormir en paz
hasta que la modorra ceda
ante los prejuicios de los ásperos.

martes, 15 de enero de 2008

EL BENEFICIO DE LA DUDA

¿Y si, por ejemplo, cogiera con mi pulgar las migajas que sobraron?
¿Y si vivera de las sobras, de los restos que desprecian los satisfechos?
Soy conciente de quién es el inconciente: la inconciente soy yo, venga, pues.
Tengo derecho entonces a escupir verdades y falacias,
a fabricar cuentos y fantasías,
a gritarte desde el fondo del espejo.
"La pequeña es inconciente". Lo dije yo, y me definí.
Ahora cargo con las recetas de la locura,
con mis mútiples y complejas vacilaciones.
"La inconciente soy yo, la inconciente soy yo", repetí.
¿Y si en verdad te quisiera?
¿Y si al leerte fuera a tí a quién leo?
No. Punto y aparte. No existe. No es real. Tú lo creaste.
Me convenzo, algunos lunes lo hago.
Pero en testarudez nadie me empata,
y quiero ser inconciente si te encuentro en mi inconciencia.
Saboreo tu retórica, beso tus palmas, escucho tu respiración,
hablo con tus miedos, te deseo, me deseas.
Y zas. No existes. No eres real. Yo te he creado.
"La pequeña es inconciente".
Coño, prefiero el beneficio de la duda,
de preguntarme si es que vives en mis sueños
o si alguna vez tendré tu código postal.
Imagen por Agraya (agraya.blogspot.com)

jueves, 3 de enero de 2008

NO QUIERO INVIERNOS

Vil veneno que transpira este invierno congelado,
infames sombras que pululan por los laberintos del Raval en la medianoche escarchada.
En búsqueda de qué, ¿de lo que yo busco?
¿cuántas veces más?
¿cuántas veces menos?
Mis huesos se astillan, estoy tiritando.
Si no encuentro como escalecer mis manos, menos mi mente. Tengo un momento congelado en la memoria, una presencia, un don juan, un suspiro.
Despreciable invierno, alejate.
Vale la pena, creía, creí.
No, no, termínate esa copa de burbujas y adios.
Que no soy gamberra, no soy cortesana
o no quiero serlo, ayúdame.
Invitas a ser amigos para abrigar nuestros recuerdos,
tú tienes los tuyos, dices y quieres compartirlos.
No sé si eres alma, no sé si sientes las heladas.
Tus manos conservan la temperatura de la sangre,
el viento no logra repercutir en tu anatomía.
Y yo enfrío, congelo, lastimo. Escupo humo gélido al hablar.
Perversos labios que envician
y este invierno que congela
que pide cobija, que busca asilo siempre en mi habitación.
No quiero nada que no me hayas dado
no quiero inviernos de regalo
no quiero de tí.

Imagen: "El invierno", Onchi Koshiro